1. Isten, áldd meg a magyart
Jó kedvvel, bőséggel,
Nyújts feléje védő kart,
Ha küzd ellenséggel;
Bal sors akit régen tép,
Hozz rá víg esztendőt,
Megbünhödte már e nép
A multat s jövendőt!
2. Értünk Kunság mezein
Ért kalászt lengettél,
Tokaj szőlővesszein
Nektárt csepegtettél.
Zászlónk gyakran plántálád
Vad török sáncára,
S nyögte Mátyás bús hadát
Bécsnek büszke vára.
3. Őseinket felhozád
Kárpát szent bércére,
Általad nyert szép hazát
Bendegúznak vére.
S merre zúgnak habjai
Tiszának, Dunának,
Árpád hős magzatjai
Felvirágozának.
4. Hajh, de bűneink miatt
Gyúlt harag kebledben,
S elsújtád villámidat
Dörgő fellegedben,
Most rabló mongol nyilát
Zúgattad felettünk,
Majd töröktől rabigát
Vállainkra vettünk.
5. Hányszor zengett ajkain
Ozman vad népének
Vert hadunk csonthalmain
Győzedelmi ének!
Hányszor támadt tenfiad
Szép hazám kebledre,
S lettél magzatod miatt
Magzatod hamvvedre!
6. Bújt az üldözött s felé
Kard nyúl barlangjában,
Szerte nézett s nem lelé
Honját a hazában,
Bércre hág és völgybe száll,
Bú s kétség mellette,
Vérözön lábainál,
S lángtenger fölötte.
7. Vár állott, most kőhalom,
Kedv és öröm röpkedtek,
Halálhörgés, siralom
Zajlik már helyettek.
S ah, szabadság nem virúl
A holtnak véréből,
Kínzó rabság könnye hull
Árvánk hő szeméből!
8. Szánd meg isten a magyart
Kit vészek hányának,
Nyújts feléje védő kart
Tengerén kínjának.
Bal sors akit régen tép,
Hozz rá víg esztendőt,
Megbünhödte már e nép
A multat s jövendőt. |
Bendice al húngaro, Seńor,
que la abundancia sea consigo;
que halle tu amparo protector
cuando se enfrente al enemigo;
que deje atrás su adverso hado,
y vea su trigo al fin maduro
este pueblo que ya ha pagado
por su pasado y su futuro.
A los cárpatos condujiste
nuestros ancestros, y, a su luz,
horizontes nuevos nos diste
en la sangre de Bendeguz.
Y donde la corriente pasa
del Tisza y del Danubio, has hecho
perpetuar a la noble Casa de Árpád,
por siempre en nuestro pecho.
Tú convertiste en mar dorado
las mieses de nuestra llanura,
y del Tokaj has destilado
la vid en su esencia más pura.
Por ti nuestra enseńa flameó
sobre el turco fortín agreste
y a Viena en su empuje arrolló
de Matías la negra hueste.
Pero cuando nuestros pecados
te hicieron tronar de furor,
nos llegó en tus rayos sagrados
la pena, el llanto y el dolor.
Primero enviamos te plugo,
del Mongol los dardos acerbos;
después, del Turco bajo el yugo,
esclavos fuimos más que siervos.
ˇCuántas veces, sobre el montón
de nuestros muertos insepultos,
de Osmán la ciega presunción
nos llenó de oprobio e insultos!
ˇY cuántas, desdichada Hungría,
tus propios hijos convirtieron
en urna fúnebre y sombría
el mismo seno en que nacieron!
Por más que el fugitivo huyera,
la cruel espada hasta él llegó,
sin que patria encontrar pudiera
en la tierra que lo engendró.
En la montańa o en el llano
hay en sus labios sólo hiel.
A sus pies, de sangre un pantano;
un mar de llamas sobre él.
Aquí entre estos muros, en donde
antes reinaba la alegría,
ahora el infortunio se esconde,
ayes se escuchan noche y día.
La libertad se extingue; muere
la patria entre espinas y abrojos.
Ahora es su canto un miserere,
un río de lágrimas sus ojos.
Piedad del húngaro, Seńor
juguete de encontrados vientos.
Tiéndele un brazo protector;
haz que terminen sus tormentos.
Que quede atrás su adverso hado
y vea su trigo al fin maduro
este pueblo que ya ha pagado
por su pasado y su futuro. |