DINAMARCA: CARACTERÍSTICAS SOCIOEDUCATIVAS Y CULTURALES
Datos
Generales
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Dinamarca comprende la península de Jutlandia (Jylland) y unas 400 islas, 82 de las cuales están deshabitadas. Las dos mayores son Fionia (Fyn) y Selandia (Sjælland).
Dinamarca posee una importante industria pesquera y una considerable flota mercante. En el sector manufacturero destacan la alimentación, los productos químicos, la maquinaria, la metalurgia, los equipos electrónicos y de transporte y las industrias cervecera, papelera y maderera. El turismo también es una actividad económica importante.
Entre los siglos VIII y X, los daneses eran conocidos como vikingos. Junto con los noruegos y los suecos colonizaron, saquearon y comerciaron por gran parte de Europa. Los daneses de hoy están orgullosos de su país como modelo de Estado del bienestar, donde se garantiza una amplia protección social para todos.
Dinamarca es una monarquía constitucional, que se rige por su Constitución de 1953. El Parlamento de cámara única, Folketing, cuenta con 179 miembros electos.
Entre los daneses más conocidos figuran el escritor Hans Christian Andersen, famoso por sus cuentos, la autora Karen Blixen y el diseñador Arne Jacobsen. El cine danés ha ganado reconocimiento internacional en gran medida gracias al cineasta experimental Lars von Trier.
Las especialidades de la cocina danesa comprenden los bocadillos abiertos conocidos como smørrebrød, las patatas hervidas o caramelizadas, la col roja cocida y los asados de cerdo y de pato.
Dinamarca es un Estado de Europa septentrional. Limita al S con Alemania, el resto del territorio está rodeado de mar. Una parte de su costa está bañada por el mar Báltico, y otra, al N y al O, por el mar del Norte. El territorio danés comprende un número de islas superior a 500: Sjaellan, Fionia, Falster, Lolland, Mon, Samso y Bornholm son las más importantes. Las islas Feroe (Atlántico) y Groenlandia (Ártico) son de soberanía danesa.
Por su posición, el país es de transición entre la Europa central y la septentrional. La configuración de la península de Jutlandia, estrecha y alargada, la convierte en puente con Escandinavia de la que sólo la separan los estrechos de Kattegat y de Skagerrak. Geológicamente, es de composición simple: el territorio emergió del mar, a partir del Mesozoico. Los sedimentos marinos (arcillas, margas, arenas) continuaron depositándose en el Cenozoico. La morfología actual se originó durante las glaciaciones, en el Cuaternario, que modelaron la superficie. Las dos últimas dejaron su huella en los islotes de la Jutlandia occidental, mientras que el N y el E resultaron de la glaciación Wurm.
El país es muy llano. La bahía de Veno, los fiordos de Skive y Hjarbaek, así como las bahías lobuladas de Kalo y Ebeltof son el resultado de la acción de los glaciares del N. Las islas, con una morfología similar, sufrieron la erosión del glaciar que al depositar las arcillas de base dio lugar a la aparición de una llanura morrénica que explica la fertilidad de esta zona. La península de Jutlandia comparte con Alemania una línea fronteriza de 340 km; la anchura mínima en el istmo es de 50 km ensanchándose a continuación hasta los 175 km. La altura máxima es de 180 m, altitud destacable si se considera que la media es de 30 m.
Las mayores diferencias de relieve atañen a la costa: la parte occidental se abre al mar del Norte, es recta, de formación arenosa, con abundancia de pantanos y albuferas, lo que la hace inhóspita, especialmente entre la península de Skallingen hasta el cabo Skagen (N). En los últimos años se han construido espigones y rompeolas para frenar la acometida del mar. La costa oriental, al igual que la del archipiélago, ofrece golfos y profundas ensenadas que constituyen auténticos puertos naturales, lo que ha favorecido el asentamiento humano. La estructura es resultado del hundimiento de la plataforma en que se halla enclavada, sobre el Báltico. Los fiordos tienen una orientación E-O. El Limfjorden alcanza los 40 km; separa completamente la zona N de Jutlandia del resto de la península permitiendo la comunicación entre el mar del Norte y el Kattegat.
El archipiélago danés, exceptuando la isla de Bornholm, emergió tras el hundimiento de la plataforma sueca y alemana, debido a la presión del glaciar. El relieve es llano, con elevaciones dispersas, y debe su fertilidad al poso de morrenas. El clima es de transición entre el oceánico y el continental. Los veranos suelen ser frescos --medias en torno a los 17 ºC-- y los inviernos relativamente fríos: entre 1 ºC y 2 ºC en enero. Cabe señalar dos regiones climáticas: la costa O de Jutlandia es muy oceánica, mientras la parte E tiene aspectos continentales. El clima se suaviza hacia el S y en la costa (Schleswig, 17 ºC media en verano); los inviernos son menos rigurosos en el mar del Norte, donde hiela excepcionalmente; por el contrario, los estrechos del Báltico se ven bloqueados por los hielos marinos durante los primeros meses del año.
Las precipitaciones hacen acto de presencia durante todo el año debido al paso de perturbaciones, unidas al frente polar. La mayor pluviosidad se registra a fines de verano y en otoño: la media anual es de 650 mm. En el E las características continentales del clima explican sus 400 mm anuales, mientras en el O, de clima oceánico, se registra el índice máximo: 800 mm en agosto. Por lo que se refiere a la vegetación, el manto boscoso de tipo caducifolio, propio de Europa occidental, llegó a ser muy extenso en el territorio danés. El haya y la encina son los árboles más frecuentes, aunque están siendo sustituidos por pinos y abetos. En Jutlandia se conocen dos paisajes: turberas, landas y brezos abundantes en terreno seco, al O, y colinas y lagos al E. Las dunas litorales poseen vegetación propia: gramíneas, sauces reptantes y arbustos espinosos.
La población de Dinamarca es homogénea, pues la constituyen un 97 % de daneses sobre en total que rebasa ligeramente los 5 millones de habitantes. Existe una minoría de habla alemana (2 %). La población de las Feroe es de origen escandinavo, y Groenlandia está habitada por una mezcla de escandinavos y esquimales. El crecimiento natural no sólo se ha detenido sino que presenta una tasa negativa, con un bajo índice de nacimientos. Con todo, Dinamarca es el país con mayor densidad de población de Escandinavia.
La distribución por regiones es irregular, la mayor densidad corresponde a las islas: Sjaelland alcanza el nivel máximo, y el menor --menos de 100 h/km2-- la península de Jutlandia. La distribución obedece a las condiciones climáticas. El sector del suelo más pobre incluye, dentro de una línea de dirección O-E, el área entre el fiordo de Nissum (O, mar del Norte), la ciudad interior de Viborg y Åbenrœ (extremo S de Jutlandia). Sólo Esbjerg, primer puerto pesquero del país, tiene un núcleo de población considerable. Al otro lado de esta línea prospera la Dinamarca de las pequeñas ciudades y núcleos agrícolas, más importantes cuanto más próximos al mar.
Copenhague concentra un 30 % de la población total del país. El mayor aumento se produjo en los años 70 con la expansión de su sector industrial. Otras ciudades importantes son Arhus --capital de Jutlandia y segundo puerto danés--, Ålborg (N) y Odense (Fionia). Dinamarca posee un alto nivel de urbanización: el 80 % de los daneses habitan núcleos urbanos, pero conviene señalar que en su mayor parte esta denominación deriva de su actividad mercantil y administrativa, ya que la mayoría tienen menos de 30 000 h.
En el aspecto económico, Dinamarca se sitúa entre los países más avanzados del mundo, su renta per cápita es, con relación a Europa, sólo inferior a la de Suecia y Alemania. La agricultura, la zootecnia y la industria son los tres pilares de su economía. La agricultura, altamente especializada, se ve favorecida por las excelentes condiciones climáticas (nivel de precipitaciones y grado de humedad) y del terreno (limo arcilloso).
El 67 % de las tierras están cultivadas y su alto rendimiento obedece a la racionalización del sistema, la mecanización, el tamaño medio y grande de las explotaciones (hasta 23 ha) y al alto nivel técnico del campesinado. Un aspecto fundamental del éxito del sector primario es la organización cooperativista que integra al 90 % de los granjeros, masivamente dedicados a la producción relacionada con los lácteos. La producción agrícola está orientada hacia la ganadería: el principal cultivo (50 % de la superficie) es la cebada, destinada a la alimentación del ganado, y a la fabricación de cerveza; le siguen el trigo y los tubérculos (patatas, remolacha).
El número de cabezas de ganado (bovinos, porcinos, equinos y ovinos) y de aves de corral es muy alto, y en buena parte se destina al suministro de carne --grasos, embutidos--, lácteos --especialmente mantequilla, queso, leche-- y huevos. La UE interviene mediante una política de subvenciones en la reestructuración del sector, con el fin de compensar el menoscabo económico que resulta de la diferencia entre los costes industriales y agrícolas. La industria pesquera tiene a su favor la extensión de la línea costera, la proximidad a los bancos de peces del mar del Norte y la excelente ubicación del territorio respecto a los grandes centros comerciales europeos.
Las zonas pesqueras principales son las del mar del Norte y Skagerrak, las aguas del Kattegat y, al S, los estrechos y el mar Báltico, donde se sitúan los puertos más activos: Skagen, Hirtschals, Hastholm, Tyboron, Hoide Sande, Frederiksahvn. Los centros pesqueros del E son Esbjerg y Skagen. La industria danesa ocupa a un tercio de la población activa del país; la pesca y la producción agroalimentaria (quesos, mantequilla, tratamiento de pescado) suponen el grueso de su actividad. Las construcciones mecánicas y el sector químico (abonos, insecticidas, farmacia) son otros tantos puntos fuertes.
El sector naviero ha sido tradicionalmente el motor de la expansión industrial, especializándose en la construcción de petroleros, barcos y motores, en los astilleros de Elsinor, Odense y Ålborg. Sin embargo, Dinamarca está obligada a importar la mayor parte de las materias primas, especialmente recursos energéticos de los que es deficitario el suelo danés (aunque el hallazgo de petróleo y lignito en el mar del Norte augura mejores perspectivas). Además de las industrias manufactureras, metalúrgica y mecánica, tienen importancia las industrias hullera, azucarera, tabacalera, del cemento y textil, si bien esta última se halla en fase de recesión.
La balanza comercial es deficitaria a causa de la mencionada dependencia de la importación de recursos energéticos (petróleo e hidrocarburos). El comercio se establece principalmente con la CE, países escandinavos y E.U.A. La exportación tiene sus puntos fuertes en los productos industriales (maquinaria, vehículos, embarcaciones, químicos) y alimentarios (carne, cereales, derivados lácteos). Sus principales compradores son Alemania, Suecia y el Reino Unido. La entrada de Dinamarca en el Mercado Común, en 1972, dio un fuerte impulso al comercio con el exterior aunque no dejó de plantear problemas a la agricultura.
El país disfruta de una excelente red de comunicaciones por carretera y vía férrea. Las islas están comunicadas entre sí por un servicio de transbordadores. Los aeropuertos más importantes se encuentran en Copenhague, Sonderborg, Tirstrup, Odense y Ronne. La importancia del tráfico marítimo queda reflejada en el volumen de su actividad, localizada en los puertos de Copenhague, Helsingør, Ålborg, Arhus, Odense, Esbjerg y Ronne.
Las culturas prehistóricas en territorio danés son todavía hoy poco conocidas. En la época romana, Dinamarca estuvo habitada por cimbrios y teutones. Las poblaciones danesas se organizaron en distintos reinados en las regiones de Jutlandia, Sjelland y S de Suecia, mediante una red de asambleas que, durante el Imperio carolingio, hicieron frente al empuje militar, imponiendo el río Elder como límite. La alianza entre el emperador carolingio, Luis I el Pío y el danés Harld, que se convirtió al cristianismo, dio inicio a la evangelización de Escandinavia.
El s. IX fue también el de las primeras expediciones vikingas, cuyos monarcas abrieron las rutas comerciales por el Báltico hasta Rusia. Factores como la explosión demográfica, el avance técnico en la construcción de navíos y la organización social se conciliaron con la ambición de territorios que los llevó a Francia, Rusia y Flandes. En 985, el rey Sven ocupó el S de Suecia e Inglaterra consolidando el poder danés en el mar del Norte.
El s. X, Harld II Blatand trasladó la capital a Jelling, en Jutlandia y, tras su conversión al cristianismo, extendió el reino hasta Suecia. La expansión prosiguió con la conquista en 1013 de Inglaterra, durante el reinado de su hijo Sven I y después con Canuto I el Grande (1018-1035), quien gobernó permitiendo que los territorios conservasen sus leyes e instituciones. A la muerte de Canuto el Grande siguió un período de crisis durante el cual Inglaterra se liberó de la tutela danesa y el país llegó a quedar bajo dominio noruego, para renacer fugazmente con Sven II. Este monarca y sus sucesores introdujeron medidas como la organización de la Iglesia en obispados, la regulación del sistema monetario, la creación de un ejército feudal y la formación de una administración de aristócratas terratenientes, lo que, en definitiva, significó la alianza entre la corona de los Valdemar, la Iglesia y la aristocracia.
El momento culminante de los Valdemar corresponde al reinado de Valdemar II el Victorioso (1202-1241), quien conquistó el S del Báltico hasta Estonia (1219) y propició una fuerte expansión del comercio. La Iglesia y la nobleza hicieron valer sus pretensiones, logrando recortar el poder real, conforme a la Carta firmada por el rey Erik Klipping (1282) que instituyó un parlamento de nobles. Valdemar IV Atterdag recuperó las provincias de Escania, Blekinge y Halland, conquistó Gotland, isla de dominio sueco, y entró en la ciudad hanseática de Visby. A la muerte de Valdemar IX, sin descendencia directa, el Consejo privado eligió rey a Olaf, sobrino del anterior. Margarita, madre del nuevo monarca, y esposa del rey de Noruega, Haakon IV, gobernó ambos países desde la muerte de Olaf, en 1387.
El dominio danés se extendió hasta Suecia cuando, atendiendo a la llamada de la aristocracia sueca, expulsó a los Meckleburgo. Erik VII, sobrino y heredero de la soberana, reinó sobre toda Escandinavia (Unión de Kalmar) desde 1397 a 1439. La Unión de Kalmar estuvo vigente hasta 1523 (reinado de Cristóbal III y dinastía de los Oldemburgo, fundada por Cristian I). Las clases políticas de este período refieren el límite del poder real impuesto por el Consejo (Rigsrad) que elegía al monarca.
Los nobles tenían atribuciones por las que detentaban el poder local y regional e intervenían en la administración de las provincias. Los campesinos se hallaban organizados en comunidades para los asuntos de la aldea.
La nobleza pasó a ser una casta cerrada con un papel activo en la economía; aumentó sus dominios, racionalizó la explotación de las tierras y se procuró nuevas fuentes de ingresos mediante el comercio de exportación de grano; pese a ello, consintió en ceder una parcela de poder a la burguesía de los negocios. Esta época estuvo marcada por las guerras contra Suecia y las guerras de religión que concluyeron con la implantación del luteranismo. Durante el reinado de Cristian IV (1588-1648) la prosperidad de Dinamarca quedó impresa en el ornamento de las ciudades y en la ampliación de los puertos con la creación de compañías comerciales.
La derrota en la Guerra de los Treinta Años impuso la firma del Tratado de Brömsecho (1645) por la que cedía Gotland, la isla de Osel y otras provincias, por un período de 30 años, todo lo cual sellaba el fin de la hegemonía danesa en el N. Un nuevo enfrentamiento con Suecia --reinado de Federico III (1648-70)-- acabó en la cesión de Escania a la corona de Carlos X. Suecia fue soberana durante dos años, hasta la intervención de los aliados brandemburgueses y polacos, gracias a lo cual se recuperaron Bornhom y Trondheim (Paz de Copenhague, 1660).
Los enfrentamientos bélicos arruinaron a la aristocracia cuyas prerrogativas fueron discutidas por la burguesía. La monarquía se convirtió en una institución hereditaria y el Rigsrad perdió parte de su peso político a favor de la burguesía ilustrada (Peder Schumacher fue la figura clave de este cambio de poder). En 1721 Groenlandia se convirtió en colonia danesa.
El comercio marítimo abrió rutas hacia las Indias Orientales y Occidentales, por lo que se adoptaron medidas liberalizadoras del tránsito hacia el capitalismo comercial y financiero. En los años siguientes, Gran Bretaña se convirtió en un foco de hostilidades. Federico VI luchó del lado de las tropas napoleónicas, después que los británicos bombardearan Copenhague (1810). La derrota impuso la cesión de Noruega a Suecia y de Heligoland a Gran Bretaña, si bien Dinamarca adquirió los territorios del Lauenburg. El movimiento liberal, aún incipiente, reivindicó una democracia representativa y un régimen constitucional. Federico VII promulgó una constitución democrática (1849) común a Dinamarca, Schleswig y Holstein, con dos cámaras; un Folketing (parlamento de miembros elegidos por sufragio indirecto para 3 años) y un Landsting (cámara de nobles elegidos por sufragio indirecto para 8 años).
Durante el reinado de Federico VII, Dinamarca se enfrentó a la alianza austroprusiana por el conflicto de los ducados de Holstein, Lauenburg (de población alemana) y Schleswig (población escandinava) que, tras su derrota, fueron cedidos (Tratado de Viena, 1864). En el último cuarto de siglo se produjo un giro a la izquierda, pese a los intentos del conservador J. B. Strup por restringir el poder del Folketing. La izquierda de Ch. Berg opuso una estrategia reformista, y, tras la mejora de la economía, apareció una clase de empleados de la que se hizo portavoz el Partido Socialdemócrata, que logró imponer avanzadas leyes sociales. Un gobierno de izquierda moderada (Deintar, Cristensen) inauguró el s. XX. El reinado de Cristian X comprendió los años críticos de las dos guerras mundiales.
Aunque en 1914 se declaró neutral, Dinamarca se benefició de la derrota prusiana, pues por el Tratado de Versalles se le restituyó el territorio de Schleswig. En 1918 las posesiones antillanas fueron vendidas a E.U.A.; ese mismo año se proclamó la independencia de Islandia. Entre guerras, Dinamarca formó parte de la Sociedad de Naciones y firmó el pacto Briand Kellong de cooperación con Suecia, Finlandia, Holanda, Bélgica y Noruega. Durante la Segunda Guerra Mundial, pese a la tradicional neutralidad del país y la existencia de un tratado de no agresión, Dinamarca fue ocupada por los nazis. Las corrientes anglófilas impulsaron un movimiento de resistencia que contó con el apoyo del rey Cristian X y de E.U.A. Las fuerzas antinazis se aglutinaron en un consejo para la liberación nacional, que se produjo en 1945 y restituyó la monarquía constitucional; Dinamarca ingresó en las Naciones Unidas.
En 1947 ascendió al trono Federico IX. Durante su reinado la socialdemocracia gobernó el país, excepto entre 1950 y 1953, ahondando los logros sociales que hicieron de Dinamarca una de las democracias más avanzadas de Europa. La ayuda estadounidense (Plan Marshall) no fue ajena a este despegue, que llevó parejo el alineamiento con las fuerzas de la OTAN. En 1968, los malos resultados económicos perjudicaron a los socialdemócratas que perdieron la mayoría, lo que obligó a formar un gobierno de coalición presidido por los liberales radicales.En 1972 accedió al trono Margarita II,la primera reina constitucional del país,quien sucedió a su padre Federico IX. Ese mismo año se aprobó (63 %) por referéndum el ingreso en la CE.
En 1988, Dinamarca se convirtió en el primer país miembro de la OTAN en incluir mujeres en sus unidades de combate. Tras el rechazo popular al Tratado de Maastricht en el referéndum de junio de 1992, los daneses volvieron a las urnas en mayo de 1993 y esta vez aprobaron un estatuto especial para su país dentro de los términos del gran acuerdo europeo. Poul Nyrop Rasmussen formó gobierno en enero de 1993.
Dinamarca es una monarquía hereditaria. Según la Constitución de 1953, el poder legislativo es ejercido por el Parlamento (Folketing, 179 miembros), elegido cada 4 años por sufragio universal y sistema proporcional. El Parlamento comparte el poder legislativo con el monarca, quien no tiene poder político personal.
Literatura
Los orígenes de la literatura danesa se sitúan en el marco de la tradición oral escandinava que se hizo eco de las gestas heroicas: el Poema de Vjarke (s. X) del cual se conservaron algunos versos en Islandia, es el texto más antiguo que se conoce. Su arraigo queda de manifiesto en las Gestas Danorum (Hechos de los daneses) del s. XII. Al igual que en otros países europeos, el latín se convirtió en lengua de cultura, coincidiendo con la expansión del cristianismo.
En los ss. XVI y XVII los mitos y leyendas paganos pasaron a formar parte de antologías y aún conocieron otra fase de recuperación al ser reinterpretados por los románticos. La Reforma religiosa por la que Dinamarca se convirtió al luteranismo, hizo de la traducción y exégesis de la Biblia el centro de la actividad cultural. En el s. XVIII penetraron las ideas de la Ilustración con la lectura de Voltaire y Rousseau; Ludvig Holber es el mayor exponente de la corriente racionalista. El poeta Hans Adolf Brorson abordó con un lirismo exaltado la temática religiosa. Knud Lyhne Rahbek fue precursor del romanticismo, cuyas ideas difundieron las revistas Den Danske Tilskner y Minerva. En torno a K. L. Rahbek descollaron Andreas Heiberg y Jens Baggsen, cultivadores del romanticismo con sustrato de ideas racionalistas.
La influencia del romanticismo alemán dio vigencia plena a la literatura danesa en la obra de N. F. S. Grundtvig, autor de himnos de la tradición nacional, y de B. S. Ingemann, que cultivó la novela histórica, en la línea de W. Scott. A partir de 1830, la producción de Hans Christian Andersen y del filósofo Soren Kierkegaard, circuló más allá de las fronteras nacionales. Kierkegaard, precursor del existencialismo, criticó la concepción estética del romanticismo e idealista-totalizante del sistema hegeliano, afirmó al individuo como ser existente en el mundo y con posibilidades de elección y decisión. Los últimos decenios del siglo se inscriben en la esfera del realismo (F. Paludam-Müller, Adam Homo) de orientación cosmopolita.
El naturalismo estuvo presente en S. Schandorph y K. Gjiellerno, mientras la poesía adoptaba el simbolismo (H. Rode, I. Holstein). En el s. XX han tenido representación las principales corrientes vanguardistas: novela histórica (J. Vensen), la temática proletaria de signo marxista (M. Andersen Nexo). La figura más relevante de la literatura danesa es, sin duda, Isak Dinesen, seudónimo de la condesa Karen Blixen. La adaptación cinematográfica de algunos de sus relatos (Una historia inmortal, El festín de Babette) y de sus memorias (Sombras en la hierba y Memorias de África) han extendido la celebridad de su figura y de su prosa inteligente y brillante.
En los años 60 asoma la problemática de la identidad en relación con el mundo exterior. Como consecuencia de la revuelta estudiantil francesa de 1968, la temática se hace polemizante y la emancipación femenina centra numerosas obras (V. Andersen, M. Larsen, L. Nielsen son algunas de las autoras más representativas). Los años 80 se caracterizan por el eclecticismo formal de las propuestas y la denuncia de los estereotipos de la sociedad capitalista.
Arte
La época de los vikingos dejó vestigios en forma de armas, joyas, etc. La piedra rúnica de Jelling es la obra escultórica cristiana más antigua que se conserva. Durante la Edad Media el arte románico está valiosamente representado en la arquitectura rural. El gótico aparece en las catedrales de Roskilde y Arhus, en cuyo interior se conservan importantes pinturas murales de los ss. XII al XVI.
La aportación extranjera llegó de la mano de artistas alemanes y holandeses que contribuyeron a forjar un estilo nórdico durante el Renacimiento (castillos de Kronborg, Fredericksborg y Rosenborg) que progresó durante el Barroco (palacios de Nyso y Charlottenborg). A principios del s. XVII se incorporaron elementos del estilo italiano, a los que se sumó la tradición francoitaliana en escultura (A. Lamoureux) y en pintura (J. d'Agar, B. Le Coffre) y, finalmente, la aportación del escultor J. F. Saly, director de la Academia Real de Bellas Artes. La Edad de Oro de la pintura danesa corresponde a la primera mitad del s. XIX con el predominio de la re-presentación de la naturaleza y la vida burguesa (C. W. Eckersberg, retratista y paisajista, discípulo de David, y Ch. Kobke, son figuras preeminentes del momento).
El romanticismo cultivó el paisaje (P. C. Skovgard, J. Th. Lundbye) mientras en la segunda mitad del s. XIX se incorporaron las tendencias europeas (simbolismo, expresionismo). El s. XX se interesó por la investigación cromática, en la línea de Cézanne y Matisse (Isakson, H. Giersing, S. Seane). También estuvieron representados el cubismo (W. Scharff, V. Lundstrom), el primitivismo y el expresionismo. En los años 30, el interés por el surrealismo y la abstracción se combinó con la recuperación de los mitos nórdicos. La línea antiacademicista (E. Jakobsen, Ejler Bille, etc.) halló eco en la revista Helhelsten y culminó en la formación del grupo Cobra de resonancia internacional (M. Andersen, T. Rasmussent).
Música
Se tiene escaso conocimiento de la música medieval danesa, si bien hay constancia de algunos himnos y canciones profanas del s. XII. En el XVIII se hicieron notar las influencias italiana y alemana. Después de incorporar el registro de la época francesa, la música consolidó su carácter nacional con la obra de C. E. F. Weyse y F. Kuhlan. El romanticismo afirmó el carácter nórdico de la producción musical con J. P. E. Hartmann y N. W. Gade. N. Nielsen (1865-1931) fue el precursor de la época moderna; compositor de sinfonías y óperas (Saúl y David, Mascarada), su influencia perdura hasta el presente.
Cine
La cinematografía danesa tuvo un gran prestigio ya en la primera década de este siglo, desde la fundación de la Nordisk Films Kompagni por Ele Olsen. El tono melodramático y novelesco de su producción, la innovación del largometraje y la profesionalidad de sus componentes (actores, directores, técnicos) le permitieron mantener la supremacía hasta que, tras la Primera Guerra Mundial, Alemania le arrebató el liderazgo, obligando a exiliarse a directores como B. Christensen y Carl Dreyer, autor de Haxa (1921), Dias irae (1943) y Ordet (1955).
La resistencia a la ocupación nazi fue el tema estrella después de la Segunda Guerra Mundial (La tierra roja, de B. Ipsen y L. Lauritzan hijo y El ejército invisible, de J. Jacobsen, ambas de 1945). Después de un paréntesis en que la calidad declinó, los años 60 dieron muestras de vitalidad con las producciones de S. Axel (La manta roja), P. Kjaerulff-Schmidt (Érase una vez, una guerra) y de Henning Carlssen (Hambre). Después de la muerte de sus grandes figuras, Dreyer y Asta Nielsen, la cinematografía danesa ha tenido dificultades para salir de sus fronteras, hasta la difusión de la inquietante obra de Lars von Trier (El elemento del crimen, 1983 y Europa, Europa, 1991).
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