Dentro de la cubierta de cada libro debemos
de colocar la tarjeta de préstamos que será
recogida por el bibliotecario y guardada en
una pequeña caja con la finalidad de que
siempre sepamos que libros están prestados.
En el rincón de la biblioteca también se
encuentra otra caja a la que llamamos “El
botiquín del libro” que intenta concienciar
a los niños de que los libros deben
respetarse y cuidarse. En esta caja hay
plástico para forrar los libros, celo y
tijeras. Aquí se colocan los libros que han
sufrido algún deterioro y que deben ser
reparados.
En la asamblea de clase se designa por
turno, a dos niños con el cargo de
bibliotecarios. Estos niños son los
responsable de la biblioteca durante una
semana. Se encargan de que el rincón de la
biblioteca esté bien ordenado, de que los
libros sean colocados en su lugar
correspondiente, de revisar los libros para
ver si alguno ha de ser arreglado y de
comprobar todos los libros que se han
prestado y los que han sido devueltos. Al
dar responsabilidades a los alumnos sobre el
cuidado de los libros y la organización de
la biblioteca las pérdidas y el deterioro se
reducen considerablemente.
Para llevar un registro de las lecturas de
los niños es conveniente la elaboración de
lo que yo he denominado como diario del
lector que consiste en una cartulina en
la que los alumnos anotan su nombre, los
títulos de de los libros leídos, la fecha de
entrega, la fecha de devolución, el grado de
dificultad encontrado, un pequeño resumen de
la historia, impresión general… En los
niveles más elementales si los alumnos no
tienen suficiente dominio del inglés, esto
puede ser realizado en su idioma materno: