2.
Se debe de disponer de una amplia variedad
de textos y temas.
El éxito de la lectura extensiva depende
ampliamente de que se pueda seducir a los
alumnos para leer. Para despertar o animar
el deseo a leer los textos deben ser tan
variados como los lectores. Libros,
revistas, periódicos, ficción, textos que
informan, textos que entretienen, textos
especializados… Una manera de conocer los
intereses que nuestros alumnos tienen en la
lectura es averiguar qué leen en su lengua
materna.
3.
Los alumnos eligen lo que quieren leer.
Este principio de libertad de elección
significa que los estudiantes pueden
seleccionar los textos de la misma manera
que lo hacen en su lengua materna.
Mutuamente relacionado con este principio,
los estudiantes también son libres para
dejar de leer algo que encuentren demasiado
difícil o que resulte no ser de su interés.
De esta manera los alumnos se hacen
responsables de su propio aprendizaje.
4.
Los alumnos leen tanto como les sea posible.
Este principio es posible gracias a los
principios anteriores. El elemento más
crucial en el aprendizaje de la lectura es
la cantidad de tiempo invertido en leer.
Mientras que la mayoría de los profesores
están de acuerdo con esto, puede darse el
caso de que a sus alumnos no se les esté
dando la oportunidad o incentivo para que
puedan leer y leer algo más. No hay ningún
límite superior sobre la cantidad de lectura
que se pueda hacer, pero un libro semanal es
probablemente lo mínimo necesario para poder
conseguir los beneficios de la lectura
extensiva y para que se consolide el hábito
lector. (Hay que tener en cuenta que las
lecturas graduadas para principiantes y
falsos principiantes suelen ser muy
reducidas en su extensión).