Un factor importante para el éxito de la
biblioteca de clase es que tanto el profesor
como los alumnos sean responsables de
crearla y mantenerla funcionando. Cuanto más
involucrados estén nuestros alumnos en su
creación, más motivados estarán para usarla.
Ellos nos pueden ayudar a elegir los libros
que van a ser incluidos. Para ello podemos
ayudarnos de catálogos. Podemos explicarles
en su lengua materna si es necesario, las
descripciones dadas para cada libro en el
catálogo. Si actuamos con tacto podemos ir
guiando a nuestros alumnos para que miren
los niveles y libros que nosotros pensamos
que son más apropiados para ellos.
Los libros los podemos comprar con el
presupuesto del centro si nos llega el
dinero para ello y si no es ese el caso le
podemos pedir a cada alumno que compre dos
de los libros elegidos.
La colocación de los libros (el rincón de la
biblioteca) en la clase también puede ser
una decisión compartida con nuestros
alumnos. Tenemos que procurar suficiente
espacio para que los alumnos puedan ver la
cubierta frontal del los libros. Si el
profesor tiene varias aulas del mismo nivel
también existe la posibilidad de compartir
la biblioteca de clase entre ellas. En este
caso un carrito con ruedas sería lo ideal.
Guardar los libros en una caja sería otra
solución pero siempre tendríamos que
sacarlos y ponerlos para que se puedan ver
las portadas de los mismos ya que hay que
tener en cuenta que la apariencia de la
cubierta frontal junto con el título son las
principales razones por las que un alumno
inicialmente coge un libro. La decoración de
esta biblioteca de clase será realizada por
los propios alumnos: carteles, dibujos y
sugerencias que se van cambiando
periódicamente.